Utilizamos la entrevista a padres, niños o profesores además de la observación. Estos síntomas son el núcleo de la depresión. Algunos niños, en vez de tristeza muestran tendencia a estar irritables. Los menores de cinco años normalmente no presentan estado de ánimo triste (o no lo descubrimos). Se sabe que están irritables si se quejan por todo, no les satisface nada, están “inaguantables”… El comportamiento es parecido a cuando están cansados. ¿Se puede confundir con el clásico niño maleducado? No, porque anteriormente no se comportaban así.
- Estado de ánimo abatido. Los pequeños no saben reconocer lo que les pasa porque para ellos, estar triste es la consecuencia de algo. No discriminan este sentimiento, con lo que es muy probable que no lo expresen verbalmente.
En cuanto a la expresión facial, se observa que puede ser de tristeza en unas ocasiones o de seriedad inexpresiva que no varía en otras.
- Anhedonia. Tanto este síntoma como el anterior, se consideran imprescindibles en el DSM-IV, hay que tener al menos uno de los dos.
Este síntoma se basa en la pérdida de la capacidad de disfrutar. ¿Cómo observarlo? Se puede observar en el medio natural, si esto no es posible, que lo hagan padres o profesores. También en la entrevista se le puede preguntar qué cosas hacen disfrutar normalmente al niño y a partir de aquí ver si sigue haciéndolas, si disfruta con ellas, etc.
- Llanto poco motivado. En niños es difícil de discriminar, ya que suelen llorar más a menudo que en adultos, en los que este síntoma es más significativo. Una pregunta en la entrevista a padres o profesores podría ser: ¿Cree usted que últimamente el niño llora de forma poco motivada y por la mínima situación o acontecimiento? Hay que ver si supone un cambio.
- Pérdida del buen humor, de la sonrisa. Se observa muy bien en la consulta.
- Sentimiento de no sentirse querido. El niño siente que nadie le quiere. Hay que preguntar por las figuras de apego.
Este síntoma no se encuentra en el DSM IV y debe considerarse en la evaluación.
- Autocompasión. “Si me muero, nadie llorará”. La mejor forma de evaluarlo es preguntar directamente al niño, puede ayudar el utilizar test proyectivos.
- Sentimiento de culpa. Este síntoma es muy importante. Está comúnmente relacionado con un acontecimiento reciente (separaciones, enfado de la madre…). En la depresión, la sensación de malestar que tiene el niño no se sabe qué la produce, pero lo atribuye a su culpa (“lo tengo merecido”).
b) Síntomas cognitivos
- Autoevaluación negativa. El niño siente y expresa que lo hace todo mal. Se observa durante la aplicación de las pruebas (registrando literalmente las respuestas).
- Indefensión. ¿Cómo se puede explorar? Una posible manera sería preguntando: ¿cómo crees que lo que te pasa se puede solucionar? Una respuesta típica que confirmaría este síntoma sería “no tiene solución”.
- Dificultad de concentración. Este síntoma se ve bien mediante la observación directa, el WISC-R, los juegos de concentración y mediante la observación de profesores y padres. Debemos valorar siempre el cambio que se ha producido en el desarrollo del niño, para no confundir este síntoma con, por ejemplo, un déficit de atención.
- Indecisión. “Me da igual” (movimiento de los hombros). En este síntoma se debe también observar los cambios.
- Ideas de muerte. Hay que percatarse de que sean fuera de lo normal para su edad. En general, rara vez se dan ideas de suicidio hasta la adolescencia.
- Otros: pérdida de memoria, descenso en el rendimiento escolar.
c) Síntomas somáticos (fisiológicos)
- Falta de energía. Debemos evaluar su actividad, lo confirmamos con sus padres y si se puede con los maestros (“es como si se quedase sin pilas”). Cualquier cuestión acerca de este síntoma no se preguntara al niño porque la información obtenida no sería fiable.
- Enlentecimiento psicomotor. El niño tiene tiempos de reacción muy largos, es como si fuese “a cámara lenta”. Hay que descartar efectos de una medicina. También se podrían dar síntomas de agitación psicomotora (es menos frecuente en adultos). No confundir con el TDAH.
- Cambios de apetito. Lo más frecuente es que coma menos durante la depresión. El DSM IV habla de pérdidas de peso (esto es más observable, ya que supone una pérdida de apetito importante). Hay que tener en cuenta que los niños están en continuo cambio, por lo que este criterio es difícil de evaluar. Lo que hay que ver es si el niño come significativamente menos. También puede producirse un aumento del apetito, que es más sencillo de observar.
- Trastornos del sueño:
- Trastorno de inicio, despertares a mitad de la noche o de despertar precoz. Podemos conocer bien este último sin preguntar al niño, los otros dos, preguntándole.
- Déficit de sueño. Aparentemente es normal, pero tiene sensación de no descansar (esto es reconocido así por los niños que pueden ya expresarse bien).
- Hipersomnia. Es muy observable.
- Dolor. Este factor es muy importante entre los somáticos. Los niños pequeños informan de que tienen dolores casi siempre, no muy intensos y de localización difusa (de tripa, cabeza, piernas…). La razón de esto es que conocen la tristeza de forma reactiva en desgracias, no como un estado carente de desencadenante. Muchos niños al notar la tristeza informan de dolor. Somatizan de alguna forma lo que sienten.
d) Síntomas conductuales
- Aislamiento social. Son niños aislados, muy retraídos, que parece que han olvidado las habilidades sociales. Hay que preguntar a los padres, profesores, etc. Los hermanos son también buenos informadores.
Se debe conocer que en la adolescencia, puede haber cambios en los hábitos sociales del niño sin que haya trastorno depresivo.
- Desobediencia. Tanto en casa como en el colegio muestran conductas de desobediencia, al estar el niño más sensible, se enfadan con más frecuencia e ignoran las pautas educativas.
- Trastorno de la conducta. En algunos casos, se considera que el niño tiene problemas en la conducta, cuando en realidad es un síntoma de la depresión. Se pueden dar conductas del tipo: incumplimiento de las normas establecidas, agresión tanto verbal como física, desafiar a otro niño o persona adulta, etc.
Resumiendo brevemente todos estos síntomas, los que nunca deberían faltar en la caracterización clínica serían:
- Expresiones de tristeza, soledad y preocupación.
- Cambios en el estado de ánimo (mal humor).
- Llorar por cualquier cosa (hipersensibles: “ya me están regañando”). Además se vuelven por esto, muy agresivos.
- Negativismo (no hay una sola actividad que le apetezca, ni siquiera lo que antes le agradaba).
- Irritabilidad (respuestas con ira e insultos).
- Sentimientos de frustración.
Para la evaluación de la depresión utilizaríamos de forma específica:
a) Entrevista: a padres, niños, profesores, etc. Se evalúa mediante observación.
b) Escalas específicas de depresión para padres, niños, maestros…
Fotografía: Flickr
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